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Denver Broncos | News

La Voz de la Razón: Terrell Davis y el selecto Club de las 2 000 yardas

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Entre tantos récords que que existen en la NFL a lo largo de la historia, hay algunos que significan un logro tan épico que sus autores no solo son miembros o están en la conversación para el Salón de la Fama, sino que dentro de este club terminan formando otro club más selecto, con requisitos muy especiales de admisión. Esta membresía es justo para aquellos running backs que durante una temporada han logrado sumar 2 000 yardas por la vía del acarreo.

El primer integrante de esta élite apareció en 1973. Para la temporada de 1985, la liga solamente contaba a dos jugadores dignos de dicho logro y el tercero llegó hasta 1997, algo increíble si pensamos que, desde los inicios del football americano, el juego terrestre dominaba las estrategias de ataque. Todavía más al pensar en las grandes leyendas que jugaron como corredores sin llegar a tal cantidad de yardas.

Sin embargo, en 1998 llegaría desde una sexta ronda del Draft el cuarto miembro del Club de los Dos Millares.

Corriendo hacia la grandeza: el camino de Terrell Davis a las 2 000 yardas

Terrell Lamar Davis comenzó su carrera colegial en la Universidad de Long Beach State, en donde tuvo que esperar un año como novato, siendo red shirt y sin actividad en un solo juego, por lo que ese periodo no contó para su elegibilidad. En su siguiente temporada tuvo un rendimiento discreto: tan solo 262 yardas terrestres en 55 acarreos y dos anotaciones por la misma vía. Aunque ya había algo que contar en su carrera, su historia no podría seguir escribiéndose ahí, pues el programa de football en Long Beach State se cerró después de 1991.

Acto seguido, Davis fue transferido a la Universidad de Georgia, donde seguramente muchos de ustedes lo ubican porque ahí jugó sus últimos tres años de elegibilidad. Al principio tomó el rol de suplente de Garrison Hearst, pero en 1993 llegó a la titularidad y dio su mejor año a nivel colegial con 824 yardas en 167 acarreos y cinco anotaciones.

Con todo, su último año no fue del todo positivo al agravarse una lesión que lo dejó fuera de actividad por tres juegos. Sin embargo, tras recuperarse, Davis tuvo un par de actuaciones de más 100 yardas terrestres que le dieron su lugar para el Tazón Blue-Gray.

Davis llegaba al momento de entrar a la liga profesional, pero con dos grandes dificultades en contra. Primero, cuando una lesión como la suya ocurre en el último año colegial, los cazatalentos suelen catalogar de riesgo la posible selección del jugador afectado. Esto, aunado al hecho de que su entrenador en Georgia negó el acceso al video de las actuaciones de Davis a los scouts, lo que afectó la cantidad y la calidad de la información disponible sobre él, y le ganó una evaluación a la baja.

Por estas razones, en el Draft NFL de 1995, parecía lógico que el corredor siguiera disponible después de cinco rondas. Comenzó la sexta ronda con pocas esperanzas de ser seleccionado. Transcurrieron diez selecciones, nada pasaba. Veinte, y todo igual.

Fue hasta la selección 25, 196 global, cuando Terrell Davis por fin escuchó su nombre para convertirse en jugador de los Denver Broncos, hecho que cambiaría no solo su historia de vida, sino la de la franquicia.

De las rondas bajas a lo alto del estrellato

Los jugadores seleccionados en rondas tardías entran con desventaja en las probabilidades para ser parte del roster final. Davis lo sabía, y tenía que aprovechar cualquier oportunidad que tuviera enfrente, empezando con la pretemporada.

El 5 de agosto de 1995, los Broncos enfrentaron a San Francisco en el American Bowl que se llevó a cabo en Tokio, Japón. Pocos esperaban que Davis diera el partido de su vida para entrar en el radar de los entrenadores. Sin embargo, ocurrió la jugada más inesperada para llamar su atención.

En una patada de salida de los Broncos, Davis participó como un jugador más de equipos especiales y, hay que decirlo, para muchos jugadores agentes libres o seleccionados en rondas tardías, ese el lugar al que deben apuntar para quedarse en el roster final. Pues sí, este novato lo sabía y lo aprovechó. Davis llegó con gran velocidad sobre el regresador del rival, para impactarlo de tal forma que todos en el equipo lo celebraron, a la vez que se preguntaban, por primera y última vez, quién era ese joven jugador.

Esa jugada le abrió camino para una carrera profesional, y con ello llegaron más oportunidades como corredor, a tal grado que, al comenzar la temporada regular Davis fue nombrado titular en el Depth Chart. En esa temporada de novato rebasó las 1 000 yardas terrestres y consiguió siete anotaciones.

Desde entonces, se percibía que algo mágico podría venir para él y para los Broncos, porque, además, su carisma ayudó a conectar inmediato con la afición. Davis fue el creador del festejo a manera de saludo marcial conocido como 'Mile High Salute' en cada ocasión en la que llegaba a la zona de anotación, contagiando al resto de sus compañeros para replicarlo.

Las temporadas mágicas y el momento que por fin llegó

En la campaña de 1997, Davis fue fundamental para que los Broncos consiguieran su primer trofeo Vince Lombardi y él mismo terminó como Jugador Más Valioso del Super Bowl XXXII. En ese juego ante Green Bay, Davis debió que ausentarse gran parte de la primera mitad por un episodio de migraña que le provocó problemas de visión. Pese a ello, regresaría a jugar para terminar con 157 yardas por tierra y tres anotaciones terrestres, récord de Super Bowl en ese momento.

Después de conseguir más de 1 700 yardas terrestres, parecía complicado que superara su mejor año como profesional. Sin embargo, Davis tenía preparada una gran sorpresa para los fanáticos de Denver.

El gran running back de los Broncos se dio gusto en la temporada de 1998 con siete actuaciones de al menos 140 yardas terrestres, logrando incluso en un juego superar las 200. Sin discusión, Davis estaba en plan grande, y el pensar que podría superar las 2 000, yardas para entrar al club más grande entre los corredores ya era una posibilidad realista.

Davis llegó al último juego de la Temporada ante Seattle necesitando 170 yardas para conseguir la hazaña. El partido era en casa, y los fanáticos se le entregaron en cada oportunidad que tocaba el balón. Llegó el último cuarto y todos sabían que lo lograría.

Le faltaban siete yardas para la marca cuando John Elway le entregó el balón en un acarreo por el lado izquierdo de la formación para que consiguiera no solo las yardas necesarias, sino ocho más. ¡Lo había logrado! Los árbitros detuvieron el juego por unos momentos para la celebración, la pantalla anunciaba el logro y la afición, totalmente entregada y de pie, le aplaudió como pocas veces se ha escuchado en nuestro estadio.

El impulso que dejó ese legado

Toda esa energía del último juego de la temporada regular y de la marca más importante a la que aspira cualquier corredor en sus números individuales no podía quedarse guardada solamente en el Mile High Stadium.

Con la moral por los cielos, y sintiéndose capaces de todo, Terrell Davis y los Denver Broncos pavimentaron su camino al regreso inmediato al Super Bowl para ganar la edición XXXIII, y dejando como un logro imborrable el gran año del equipo y del legendario corredor como uno de los principales responsables.

El resto es historia y el resto de la carrera de Terrell Davis fue tal vez más corta de lo que hubiéramos deseado. Con la evolución del juego y el fantástico desarrollo de auténticos fenómenos atléticos que hoy en día son los running backs de la NFL,  ya existen ocho jugadores que son parte de este club al que Davis ingresó en 1998, pero solo nuestro TD puede decir que en el año de su ingreso a esta cofradía también consiguió el anillo del Super Bowl.

Cada vez que uno de nuestros fanáticos recuerda esta proeza, puedes estar seguro de que todo Broncos Country te saluda, querido Terrell Davis.

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